Por: Juan Ramón Martínez
La muerte de Jorge Bueso Arias, solo tiene parangón con el fallecimiento de Villeda Morales y Rodas Alvarado. Aunque no fue presidente de Honduras, el pueblo hondureño, lo despidió como si lo hubiese sido. Y el número de artículos en su memoria, nos amenaza a los que escribimos tiempo después, quitándonos adjetivos que usar, porque los colegas se han volcado en elogios merecidos en sus despedidas al ilustre desaparecido.
Bueso Arias, no solo fue un demócrata, sino que un hombre cercano; y, un testigo fiel de los más graves momentos de la vida nacional. En lo primero, lo testifica el hecho que después que perdiera las elecciones en 1971, no volvió a intentar buscar la presidencia, porque para Bueso Arias, el cargo, era una opción de servicio que dependía de la voluntad del soberano; y, nunca, un trofeo para los más agresivos y osados políticos profesionales. Confirmando con su vida personal, que el servicio al país, podía hacerse también fuera del gobierno, desarrollando iniciativas relevantes, favoreciendo la paz y el diálogo entre todos; y, además, contribuyendo con opiniones cerebrales en momentos de crisis como ocurriera en la guerra entre Honduras y El Salvador. Durante el gobierno de Villeda Morales, Bueso Arias fue uno de los artífices del Mercado Común Centroamericano que, si no hubiese sido torpedeada por intereses municipales, nos habría dado en Centroamérica, una nación fuerte que en este momento le estaría ofreciendo los mejores niveles a los cinco pueblos que lo intentaron. Y cuando López Arellano, levantó el mazo en contra de la Constitución en 1963, Bueso Arias, no hizo coro en favor de la ilegalidad. Más bien, con su silencio, critico el acto salvaje, cuyos resultados negativos, todavía estamos sufriendo.
En 1971, Bueso Arias, fue elegido candidato presidencial del Partido Liberal. La derecha del PL, le negó el apoyo correspondiente. “Candidato de los banqueros”, lo llamo Rodas Alvarado, mientras daba instrucciones para que sus seguidores, le negaron el voto. Anticipándose a Manuel Zelaya que “trabajó” para que Elvin Santos Ordóñez, no ganara las elecciones, porque no quería que ningún liberal, después de él, llegara al Ejecutivo. Lo que ha logrado con el apoyo de mansos liberales, enamorados del olor a vacas paridas; o a las fétidas aguas de pozos artesanales de Lepaguare.
Bueso Arias, derrotado, volvió a sus actividades. Y desde el servicio bancario, le dio apoyo a los medianos y pequeños empresarios, con una actitud cercana que no tiene comparación en la vida nacional. En una oportunidad que, un cajero no aceptaba un cheque personal que buscaba cobrar en su banco, recurrí a Bueso Arias, que tenía sus oficinas en el primer piso, cerca de los clientes, el que le dijo al empleado que debía pagarme el cheque porque mi firma, alterada por una enfermedad que me agobiaba, era la mía, confirmándole que él me conocía.
La respetabilidad de Bueso Arias, permitió a varios gobiernos, usar los fideicomisos, servicios bancarios reconocidos por el Código de Comercio, para la compra de medicinas. Los resultados todos los conocemos, especialmente ahora, cuando se han suprimido; y, otra vez, los burócratas hacen las compras, mezclando sus intereses personales con los de los usuarios de los servicios hospitalarios públicos, constatando el desabastecimiento de las medicinas y el disgusto de los pacientes.
La muerte de Bueso Arias, después de una larga vida, la más longeva de un excandidato presidencial en toda la historia nacional, nos ha servido para diferenciar a los políticos buenos, dedicados al servicio colectivo, de los truhanas y facinerosos, asaltantes del tesoro nacional. También para destacar que el amor a Honduras, el respeto de la ley, la defensa de la Constitución y la búsqueda del diálogo y el acuerdo, constituyen formas de conducta necesarias para que podamos cambiar el rumbo de nuestro país. Aunque el abuelo materno suyo, no fue modelo en las exigencias anteriores, es más relevante el hecho que su descendiente haya cambiado el rumbo de su vida; y, en vez de promover montoneras como Juan Ángel Arias, su nieto, predicó la paz y forjó con paciencia, puentes de entendimiento entre todos. Probándonos que no hay determinismos abusivos; y que, cada quien forja su conducta de servicio, desde el amor a Honduras, como lo hiciera Bueso Arias, uno de los mejores entre los hondureños de los últimos cien años.