Por: Fernando Berríos (Periodista)
En un país donde abundan las malas noticias, nos alegra en sobremanera habernos informado que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha aprobado 150 millones de dólares (unos 3,700 millones de lempiras) para la construcción de dos hospitales de trauma en Tegucigalpa y San Pedro Sula y un nuevo hospital para Roatán, Islas de la Bahía.
Estos fondos del BID serán desembolsados en un periodo de seis años, de manera que, si bien estas megaobras serían iniciadas en este gobierno, no los veremos culminados sino hasta la próxima administración.
Es bueno saber que estos recursos sarán prestados por el organismo financiero internacional en condiciones muy concesionales, con una tasa de interés de apenas 0.25%.
Honduras urge el fortalecimiento y ampliación de la red hospitalaria, a la que acuden a diario millares de compatriotas que salen desencantados por el caótico servicio asistencial, carente de medicinas, insumos quirúrgicos y atención especializada.
No hay servicios de salud de calidad porque los gobiernos de turno nunca se han esforzado por cambiar las condiciones de los mismos. Nuestros hospitales son una amenaza a la salud misma, lucen abandonados y obsoletos.
Quien acude de ellos en busca de una cura para los males que le aquejan sale desahuciado, porque además de las precarias condiciones estructurales, deben lidiar con la ineficiencia de un personal médico que no se da abasto para atender de forma personalizada a cada uno de sus pacientes.
Cuando finalmente logran una cita con un médico especialista, estos enfermos deben esperar hasta 6, 8 ó 12 meses para una nueva consulta.
Bajo estas condiciones no hay cuerpo que resista. Los hondureños aquejados por diversas enfermedades están condenados a morir, a menos que, haciendo esfuerzos económicos, se pongan en manos de médicos especialistas pero en clínicas privadas.
A través de este préstamo del BID se buscará mejorar la efectividad y el acceso a los servicios hospitalarios materno-infantiles, de atención a lesiones de causa externa y de enfermedades no transmisibles.
Y no cabe duda que Honduras necesita con urgencia esos hospitales del trauma, a juzgar por la gran cantidad de accidentes que hoy tenemos en las vías públicas debido a la imprudencia de los conductores de vehículo y motocicletas.
Decenas de personas fallecen o resultan con severas lesiones cada semana por la imprudencia al conducir. Quienes se llevan la peor parte son los osados conductores de motocicletas, que manejan con absoluta imprudencia, violentando cuanta ley de tránsito existe en el país.
Estos motociclistas manejan a exceso de velocidad, haciendo zigzag, a través de carriles que solo existen en el imaginario de ellos, rebasan en curva, manejan por las aceras o en contravía. En fin, hacen derroche de la ingobernabilidad que existe a lo largo y ancho del territorio nacional.
El BID ha reconocido que las lesiones de causa externa son la primera causa de atención en las emergencias de los hospitales, provocando una sobresaturación de los mismos.
Y las cifras no engañan y son extremadamente preocupantes. De acuerdo al Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), en el año 2022 se reportaron 1,881 muertes en diversos eventos de tránsito, cifra superior a los 1,747 reportados en el año 2021.
Los meses con más incidencias fueron enero (195), marzo (185), julio (185) y diciembre (199). En ese sentido, los eventos de tránsito se convirtieron en la segunda manera de muerte por lesiones de causa externa en el país. Este aumento de 7.7% entre 2021 y 2022 llama poderosamente la atención porque denota la imprudencia al conducir en los diferentes ejes viales.
Considerando que murieron 1,887 personas, esto nos arroja un promedio de 5 muertes diarias y de 157 por mes en promedio. Y también es importante destacar que el 44.7% de estos eventos con víctimas mortales ocurrieron durante el fin de semana.
Los departamentos con más incidencias fueron Cortés (433), Francisco Morazán (324), Comayagua (167) y Yoro (131), sumando entre estos cuatro el 56.1% de las víctimas.
Y aquí vamos a presentar uno de los datos más interesantes, sobre la base del cual las autoridades deben tomar medidas enérgicas para recuperar la gobernabilidad en las vías de circulación.
Los usuarios más vulnerables de la vía son los conductores de moto (671) y peatones (461), acumulando entre ambos el 60.2% de las víctimas mortales.
La mayor incidencia de víctimas se registró de 20 a 24 años con el 15% de los casos (282) y los adultos mayores con el 14.8% (278 casos).
El factor humano fue registrado como el que más víctimas mortales provocó con 67.5% (1,269 casos) del total. Es decir, aquí la imprudencia de los conductores está pasando una factura de dolor, sangre y muerte.
Y si lo vemos en función de sexo, los hombres son la mayoría de las víctimas mortales con el 85.8% (1,613 casos) y las mujeres representaron el 14.2% con 268 casos.
Hay que tomar medidas urgentes y drásticas para frenar los abusos de los conductores. La Dirección de Vialidad y Transporte no debe ser timorata ni mostrar debilidad a la hora de poner orden. Este frenesí de muertes en evento de tránsito debe reducirse ya.
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