Por: Lourdes Chávez
Estamos en la era de la modernización del sexo libre, es más doloroso perder el celular que la virginidad, está de moda las OnlyFans o sugar daddy, así como el consumo alarmante de alucinógenos, sin duda esta generación tiene un gran abismo en la moral, son déspotas ilustrados, el amor se envileció por el erotismo, no obstante que han tenido a su alcance mejores oportunidades que sus antecesores para crecer, pero están embrutecidos, y mucho tiene que ver la tecnología.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha publicado sobre la adicción a los videojuegos, el llamado “gaming disorder”, se encuentra dentro de la sección sobre trastornos mentales, del comportamiento o del desarrollo neurológico.
Por otro lado, la criminología debería prestar atención a uno de los estudios realizado por la Universidad de Harvard, según la Master de tan prestigiosa academia Carolina Pérez, “un videojuego con un smartphone, es equivalente a un disparo de heroína, significa que un 80%, va a matar las neuronas de la zona del cerebro que tiene que ver con la compasión y la empatía, en tal sentido, el daño producido en el sistema líbico que está asociado con la empatía, nos dejará una generación de seres crueles, desentendidos y sin preocupación por otros, un verdadero destrate social”.
En su libro titulado, La fábrica de cretinos digitales, el escrito por Michel Desmurget, doctor en neurociencia y director de investigación en el Instituto Nacional de la Salud y la Investigación Médica de Francia, nos alerta como está perdiéndose la niñez y juventud por el uso de tecnología, los smartphones, ordenadores, tableta para las nuevas generaciones es absolutamente desproporcionado.
Los adictos tecnológicos también pagan un precio con el cuerpo (obesidad, problemas cardiovasculares, reducción de la esperanza de vida); las emociones (agresividad, depresión, comportamientos de riesgo) y sobre el desarrollo intelectual (empobrecimiento del lenguaje, concentración, memoria). Con el uso de estos dispositivos, las neuronas se congelan, y mueren por el estrés de los juegos, el chorro de dopamina por el extremo placer es como consumir heroína, esta sobredosis de placer es algo que el cerebro de los niños no deben soportar.
Hay juegos que hacen que la presión arterial suba demasiado hasta 200, un precio alto para satisfacer la avaricia de la industria del juego tecnológico, que ha crecido más que la del cine en venta de millones de dólares.
La Sociedad de Siquiatría Mundial, después de varios años de estudio científico, asegura que la adicción a la Internet y a los videojuegos hoy es considerada una enfermedad mental.
Steven Spielberg, lo anticipa en su última película, “Ready Player One”, refleja el hastío de una sociedad que encuentra refugio en la realidad paralela que le proporcionan los videojuegos.
El mundo virtual es la única vía de escape para una vida de asco para nuestros niñez y juventud, en tal sentido hoy tenemos la oportunidad de ayudar a esta generación de “cretinos digitales”, sino lo vamos a lamentar, padres dejen de ser complacientes con sus hijos, no contribuyan con la avaricia de la industria del juego, NO compren a sus hijos lo último en la tecnología, sin duda la cosecha será un precio muy alto, ya lo estamos sintiendo, tenemos una generación cuya conciencia está cauterizada con alto poder destructivo.