Por: Rodolfo Dumas Castillo
Hoy empieza la última semana verdaderamente productiva del año para muchas personas. Los Tribunales de Justicia, la Fiscalía, muchas oficinas de gobierno, maquilas y otras empresas se van de vacaciones y concluyen así un año más de actividades. Mientras tanto el Congreso Nacional continúa sus extensas vacaciones que ya suman más de cien días de inactividad en perjuicio de los intereses del pueblo hondureño que sigue esperando la aprobación de la Ley de Colaboración Eficaz, la abrogación del Código Penal de la impunidad, las leyes para incentivar la creación de empresas y de empleos, entre muchas otras.
La sabiduría popular nos advierte que “el tiempo perdido hasta los santos lo lloran”. Para Honduras, el año 2023 quedará marcado por oportunidades que se esfumaron. No supimos capitalizar la coyuntura histórica del “nearshoring”, la llegada de la CICIH se demoró injustificadamente para alegría de los corruptos, y la simplificación administrativa no se concretó, dejando a ciudadanos y sectores productivos sin el alivio anhelado. A nivel personal, también lamentamos el incumplimiento de ciertas metas, especialmente la de no haber logrado leer noventa libros este año.
Este tiempo de Adviento nos debe servir a los hondureños para reflexionar sobre nuestras experiencias, logros y desafíos durante 2023 y como podemos mejorar en el 2024. El filósofo romano Seneca, con su perspectiva sobre la vida, nos ofrece valiosas enseñanzas que podríamos considerar al evaluar lo que hicimos y, quizás más significativo, lo que no hicimos. Para Seneca, la clave para una vida plena recae en la sabiduría, y esta se manifiesta en la habilidad de recordar sabiamente el pasado, aprovechar el presente y prepararse para el futuro. Esta concepción del tiempo como un continuum nos invita a examinar nuestras vidas desde esta perspectiva tridimensional.
El pasado, según Seneca, no debe ser simplemente una carga que arrastramos, sino un recurso valioso del cual extraer lecciones. Al recordar sabiamente, no nos aferramos a arrepentimientos, sino que aprendemos de nuestras experiencias. ¿Cuántas veces este año nos vimos atrapados en la trampa de la repetición de errores? ¿Cuánto tiempo desperdiciamos en redes sociales? ¿Cuánto tiempo perdido en chats improductivos, que además generan ansiedad o molestias? Tal vez, al reflexionar sobre nuestras acciones pasadas, podamos identificar patrones y tomar mejores decisiones en el futuro.
Seneca defiende la idea de vivir con plenitud el momento presente. En una era marcada por la velocidad y abrumada por distracciones, es sencillo sumirse en la ansiedad por el futuro o en la nostalgia del pasado. En este vaivén, corremos el riesgo de pasar por alto valiosas oportunidades y experiencias que el presente nos brinda. ¿Cuántas veces a lo largo de este año hemos dejado escapar momentos cruciales al descuidar nuestra atención? ¿Nos hemos detenido lo suficiente para apreciar la riqueza de pequeños instantes que forman la trama de nuestra existencia diaria? ¿Hemos cultivado conscientemente la gratitud por las pequeñas alegrías diarias? ¿O nos hemos dejado llevar por la vorágine de preocupaciones? Aprovechar el presente implica sumergirse por completo en nuestras acciones, nutrir relaciones significativas y saborear las experiencias cotidianas.
Mirar hacia el futuro no debería ser motivo de temor, sino una oportunidad para prepararnos. Seneca nos anima a modelar el porvenir con sabiduría y previsión. ¿Cuántas veces a lo largo de este año hemos eludido la planificación debido al temor a lo desconocido? La incertidumbre que generan nuestros políticos, las condiciones adversas que enfrenta la economía mundial o las guerras en otras zonas del planeta no deben frenar nuestros proyectos. La vida sigue, no hay nada nuevo bajo el sol y lo que vivimos hoy es apenas un ciclo que se repite. Lo importante es prepararnos para mejorar cada día, estudiando, trabajando, ejercitando nuestros cuerpos y mentes al máximo de nuestras capacidades para que el futuro nos encuentre preparados.
La vida del sabio, según Seneca, es larga porque abraza el pasado, vive plenamente el presente y se prepara con sabiduría para el futuro. ¿Hemos sido sabios en nuestras elecciones este año, o hemos caído en la trampa de la distracción, la indecisión y el miedo? Esta época es propicia para reflexionar sobre estas enseñanzas de Seneca. No se trata solo de hacer un balance de logros y fracasos, sino de aprender de nuestras experiencias, vivir el presente con plenitud y enfrentar el futuro con sabiduría y previsión.
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