Por: German Edgardo Leitzelar Hernández*
Agricultura, del latín agri “campo” y cultura “cultivo”, “crianza”, es el conjunto de actividades económicas y técnicas relacionadas con trato adecuado a los suelos y cultivo de la tierra para producir alimentos, esta comprende un conjunto de acciones humanas que transforman nuestro medio ambiente y como tal, es parte fundamental del desarrollo de un país, pues tiene influencia en diversos aspectos como ser: generación de empleo, economía, lo social, ambiental, alimentación, salud y mucho más.
No obstante, y fuera de lo anterior, las crisis políticas permanentes como es nuestro caso, tienen impacto nocivo en el funcionamiento de la nación y en agricultura se puede manifestar de diversas maneras según la naturaleza y la gravedad de la crisis. La incertidumbre económica genera falta de claridad en políticas gubernamentales y esta inestabilidad puede llevar a que se posterguen inversiones y se desaliente tanto la búsqueda de empleo como la contratación, la expansión de empresas tanto en sucursales como en número de empleados se reducen cuando no se puede prever el entorno económico y político a largo plazo.
Lo anterior reduce los niveles de inversión extranjera, estos capitales se vuelven cautelosos debido a esta incertidumbre política, por ello optan por no invertir o no establecer operaciones en países que funcionan así. También crece la desconfianza del consumidor al percibirse dicha inestabilidad, el cuidado a los gastos se vuelve más fuerte y eso evita la circulación del dinero y esta reducción de demanda lleva a recorte de gastos en las empresas, impactando esto en la fuerza laboral.
La interrupción en las cadenas de suministros por detalles como disturbios sociales, huelgas, invasiones y otros eventos que interrumpen el funcionamiento de la economía en todas sus facetas, afecta la capacidad de las empresas para operar eficientemente, lo que al final resulta en pérdida de empleos cuando las operaciones se ven afectadas negativamente. Las políticas laborales y los cambios abruptos en las regulaciones existentes, inevitablemente influyen en la toma de decisiones tanto en contratación como en su administración en general, esto puede ser positivo o negativo, dependiendo de la naturaleza de los cambios, pero lo usual es que, si es producto de crisis y decisiones inconsultas o reactivas, el escenario sea malo.
Como pilar económico la agricultura es crucial, proporciona alimentos para la población, genera ingresos por medio de la producción y comercialización de los cultivos y contribuye significativamente a la creación de empleos en especial en áreas rurales. A nivel social, asegura la capacidad alimentaria de una nación, reduce la dependencia de importaciones y fortalece la autonomía nacional en cuanto al abastecimiento de alimentos y también fomenta la cohesión comunitaria pues promueve el arraigo de la población rural a sus tradiciones y modos de vida, y visto desde una perspectiva ambiental, la agricultura sostenible puede desempeñar un papel clave en la conservación de los recursos naturales, promoviendo prácticas agrícolas que minimicen daños y preserven la biodiversidad para garantizar un impacto ambiental positivo.
Ahora, y sin salir del tema, no debemos olvidar que nuestro territorio tiene una vocación agrícola de 30% versus un 70% de bosques, ambos constituyen lo que llamamos “el agro”, entonces debemos también enfocarnos en el uso adecuado de los bosques, así como lo hacen países como Suecia y Costa Rica por mencionar un par de ejemplos. La silvicultura es la aplicación de conocimientos científicos y técnicas para garantizar la salud y la productividad a largo plazo de los bosques en general. Además, fomenta la planificación forestal, regeneración natural, repoblación, control de enfermedades y plagas, y otras prácticas para mantener y mejorar los dichos recursos.
A nivel de crecimiento económico “el agro” debería ser nuestra principal ruta a seguir, llevándonos a poner atención en lo que implique no degradar el territorio, crear estabilidad, convertir ambos rubros en sostenibles de forma plena, aprender a producir más con menos, dotar de tecnificación a toda actividad, dar un apoyo real a todo el sector, promover la actividad financiera y de seguros hacia estos rubros, controlar y evitar el abuso de los denominados coyotes, generar suficiente materia prima con la actividad para que se permita cubrir la base alimentaria y además crear productos con valor agregado, fomentar la existencia de al menos un Infop y un centro universitario en cada cabecera departamental, ambas con vocación en el rubro para controlar éxodo y desarrollar el campo, controlar invasiones y además revisar temas como monocultivo, latifundio y minifundio de manera objetiva.
El Agro no solo es esencial para satisfacer las necesidades alimentarias de la población, pues también es: desarrollo económico y cohesión social, practicado de manera sostenible, preserva al medio ambiente y es componente vital para el progreso integral de un país.
“POR UNA CULTURA DEL AGRO LIBRE Y PARA EL DESARROLLO”
*Abogado laboralista independiente