En nuestra comunidad parroquial pudimos apreciar y disfrutar de un corto video que por título lleva “Nada es para llevar, todo es para comer aquí”. En él, se formula la siguiente interrogante: ¿Alguna vez te has quedado en un hotel “todo incluido”? Y luego escuchamos un relato que en primera persona confiesa: “Recuerdo que cuando nos registramos en aquel imponente resort, nos pusieron un brazalete verde manzana en la muñeca. Nos explicaron que no debíamos perderlo, pues él nos daría acceso a todas las instalaciones, y que con él podíamos disfrutar de todo lo que había de esa puerta en adelante”.
Y así fue, -sigue diciendo dicha persona-, “cada día podíamos recorrer aquel increíble lugar y bañarnos en cualquiera de sus hermosas piscinas. También recuerdo que algunas personas preferían quedarse en la habitación, yo me preguntaba ¿cómo es posible que no quieran disfrutar de este regalo? ¡Si ya todo está pagado! En aquel lugar también teníamos acceso a los diferentes restaurantes que formaban parte del complejo. Había un surtido impresionante de comidas, postres y bebidas. Solo había una regla: “Nada se podía llevar, todo era para comer ahí”.
Luego se hacía una reflexión analógica entre lo acontecido en aquél resort con la vida misma. Para ello, el guía de la sesión explicaba que “al nacer, Dios nos pone un brazalete llamado “Vida”, y a través de ella, tenemos acceso a este fascinante mundo creado por Él. “Mientras tu corazón palpite, -dijo-, tendrás la oportunidad de disfrutar la vida que Dios te regala. Pero al igual que aquel resort, en este mundo aplica la misma regla: “Nada es para llevar, todo es para comer aquí”. La diferencia entre un hotel y un resort es que el primero se hizo solo para dormir y estar encerrado y el segundo, para recorrerlo y disfrutarlo. ¡La vida no es un hotel! Es un resort 5 estrellas”.
Al final concluyó: “Por eso, NO te quedes encerrado en la habitación de tu mente, de tus problemas, en la amargura, en el enojo, en el miedo, en el dolor o en la preocupación. Si estás respirando es porque aún tienes el brazalete… disfruta hoy de todo lo hermoso que el Creador puso para nosotros: la naturaleza, un techo, un trabajo, la compañía de tus seres queridos, tus amigos, alimento en la mesa, de un saludo, de un abrazo, de un beso, de una sonrisa, de un te quiero, de un te necesito, de un perdóname, de un te amo, de la posibilidad de dejar el pasado en el pasado. De un te perdono, de un buen descanso y sobre todo ¡disfruta, vivir! ¡Porque nadie vivirá por TI! En vida es que usarás el brazalete. Recuérdalo: la vida no es para llevar, es para comer aquí”. En “El alquimista”, de Paulo Coelho, leemos que “todo el mundo parece tener una idea clara de cómo los demás deben vivir sus vidas, pero no tienen ni idea de cómo vivir la suya”.
J.J. Pérez López
Barrio El Manchén
Tegucigalpa, M.D.C.