Perfil docente alto en la educación superior

Por: Tomás Monge*

Independientemente de que existan millones de personas que no creen en los títulos académicos y que prescinden de ellos para alcanzar el tipo de éxito que les parece satisfactorio; es un hecho que la educación superior es la columna vertebral del progreso científico e intelectual de la sociedad; ya que es la encargada de asegurar que el pensamiento humano esté cada vez más fundamentado, no en mitos, ni en supersticiones o creencias; sino en la búsqueda de la verdad con métodos de investigación científica, en la actualización permanente de saberes, en la constante innovación y contextualización de los aportes más significativos de los autores más relevantes, y en la aplicación creativa y flexible de todos los hallazgos del entorno.

En este sentido, el principal garante directo de calidad educativa es siempre el docente en el aula de clases, por lo que, las autoridades universitarias deben de entender que, en educación superior no cualquiera puede tener acceso ser catedrático; porque trabajar con los adultos jóvenes no es sinónimo de “jugar a la escuelita”, sino que es una oportunidad de pasar de los niveles más bajos del ámbito cognitivo de la taxonomía de Bloom (recordar, comprender) a los niveles más altos y complejos (analizar, aplicar, evaluar y crear).

Para esto, el primer requisito fundamental es que los catedráticos universitarios sean los profesionales más destacados en cuanto a preparación académica y éxito laboral dentro de su área profesional específica. Es decir, que no se debe contratar a aquellos que fracasaron en la carrera original para la que estudiaron y simplemente buscan “refugio” en la docencia; ya que al hacerlo se le da vida a la frase atribuida a Bernard Shaw: “He who can does; he who cannot, teaches” (“Los que saben, hacen; y los que no, enseñan”).

Es un hecho que, para los estudiantes es mucho más significativo, retador, motivador e inspirador tener catedráticos que cuentan con un amplio bagaje de conocimiento, experiencia y éxito en el área profesional en donde enseñan; especialmente cuando también poseen el rarísimo arte de la pedagogía, de la didáctica y de la vocación docente en general. Este tipo de catedrático es el ideal que puede convertirse en una fuente inagotable de inspiración para distintas generaciones de futuros profesionales de una nación.

Sin embargo, las universidades también deben de ser muy cuidadosas, para no aceptar catedráticos que, a pesar de tener múltiples postgrados y/o una carrera prolífera, exitosa y reconocida, no tienen ética profesional, vocación docente ni dotes humanísticos al transmitir sus conocimientos; ya que, lamentablemente, muchos estudiantes hoy en día siguen siendo víctimas de esta tiranía antipedagógica y nulidad didáctica.

Igualmente, se deben cortar de raíz las viejas prácticas políticas -especialmente en las universidades públicas- de hacerle creer a los estudiantes que el servilismo a las autoridades es casi “medio boleto” para ser contratado como catedráticos un día después de su graduación; ya que es descabellado pensar que un jovencito recién graduado, con baja preparación académica y/o con nula experiencia laboral en su área pueda aportar algo significativo a la carrera de otros futuros profesionales.

En otras palabras, si el docente de un espacio de aprendizaje como Gineco Obstetricia I, o Análisis de sistemas de potencia, es un chiquillo recién graduado, contratado sin requisitos, solamente por servil y buen adepto; y no por sus décadas de experiencia con largas horas de trabajo bajo presión, ni por liderar un grupo de colegas en alguna institución o empresa; ni por haber calculado miles de presupuestos o estructuras, supervisado procesos, y una infinidad más de funciones específicas de su área profesional; ¿qué experiencias de aprendizaje puede proveer; más allá de abrir un libro, de asignar capítulos a grupos para que hagan veinte exposiciones con PowerPoint, de pedirles álbumes coloridos, murales floridos, hacer “dinámicas” y demás “cositas bonitas” pero no de alto nivel cognitivo?

Ciertamente, si el catedrático nunca ha ejercido su propia carrera al más alto nivel de exigencia y desempeño, es obvio que ignora cuáles son los avances tecnológico-científicos que influyen en el contexto laboral actual, las nuevas tendencias, las problemáticas estructurales y coyunturales; y todas las necesidades que los nuevos profesionales deberán cubrir al insertarse en el campo laboral de su área.

Por último, incluso a los buenos catedráticos que cumplen con el perfil ideal dentro del aula de clases también se les debe de exigir permanentemente que sean docentes investigadores relevantes, directores de proyectos extracurriculares, fundadores y desarrolladores de clubes académicos que potencien las habilidades más fundamentales y significativas de los futuros profesionales de cada área, con el objetivo de elevar la calidad educativa al más alto nivel.

Probablemente suena cansado, pero entonces, ¿para qué quieren ser catedráticos universitarios? ¿para dar la misma clase por treinta años, con los mismos materiales y la misma actitud displicente y mediocre? Estoy seguro de que esa no es nuestra misión.

*Consultor Educativo y Catedrático UPNFM.