¿Progresividad o regresividad impositiva en Honduras?

Por: Dr. Horacio Ulises Barrios Solano

Dilectos lectores ya tercié lo suficiente y con conocimiento de causa a favor de la Reforma Tributaria con las recomendaciones del Icefi, sin embargo, vale la pena enunciar que la economía es la ciencia que estudia la producción, distribución y consumo de bienes y servicios en una sociedad y pilar de la economía es el sistema tributario, que permite al Estado obtener los recursos necesarios para financiar sus gastos y cumplir sus funciones. En este sentido, es fundamental entender las diferencias entre impuesto progresivo y regresivo, dos modalidades de tributo que tienen implicaciones importantes en la redistribución de la riqueza y la equidad social.

La construcción de un sistema tributario idóneo en términos de equidad y eficiencia no es una tarea sencilla, no obstante, que gravar eficientemente consiste en aplicar, dadas las circunstancias, los instrumentos tributarios cuyas imperfecciones sean menores o más fácilmente subsanables y ello implica un equilibrio entre los niveles de progresividad que inducen los impuestos directos y los de regresividad de la imposición indirecta, que a su vez permita al Estado obtener los recursos suficientes para ejercer los mecanismos de redistribución que posibiliten disminuir los niveles de desigualdad y pobreza en un país.

José Cecilio del Valle a pesar de catalogarlo como “conservador” planteó, hace más de 200 años este asunto como el problema de encontrar la cantidad de bien público que maximiza el bienestar de un ciudadano dejando intacto el bienestar de los demás (80/20). La tasa impositiva aumenta a medida que aumenta la base imponible, es decir, la cantidad de ingresos o patrimonio del contribuyente y este es un impuesto progresivo u en otras palabras, cuanto más gana o más tiene, más paga de impuestos en proporción a su capacidad contributiva. Es reducir la desigualdad económica y favorecer la justicia fiscal, ya que los que tienen más capacidad económica aportan una parte mayor de sus ingresos al Estado.

Un impuesto regresivo es aquel en el cual la tasa impositiva disminuye a medida que aumenta la base imponible, es decir, la cantidad de ingresos o patrimonio del contribuyente. En otras palabras, cuanto más gana o más tiene, menos paga de impuestos en proporción a su capacidad contributiva. El objetivo de esta modalidad de tributación es favorecer a los que tienen más recursos y estimular la inversión y el crecimiento económico.

Nuestro sistema tributario se ha caracterizado por mantener altos niveles de recaudación por impuestos indirectos y a una menor proporción los impuestos directos. Los impuestos progresivos se aplican a medida que mayor sea el ingreso, más alto será el cobro por impuestos. Lo que resulta que los impuestos progresivos reduzcan la recaudación sobre personas de ingresos menores, ya que ellos pagan un menor porcentaje sobre sus ganancias. Esto puede ser visto como algo bueno en sí mismo o puede ser hecho por razones pragmáticas, ya que requiere menores registros y complejidad para personas con menores negocios. (López Montiel, 2011) En cambio, los impuestos regresivos son los que se aplican sin diferencia si el ingreso es mayor o menor siempre habrá un aumento de pago por impuestos. De acuerdo con López Montiel Los impuestos regresivos son utilizados por los estados en actividades en las que es de interés nacional el que se trabaje con grandes volúmenes de capital, por ejemplo, exportaciones con materia prima del país, combustibles, maderas exóticas, etc.

Es importante distinguir entre impuesto progresivo y regresivo porque tienen implicaciones diferentes en la distribución de la carga tributaria y en la equidad social. Los impuestos progresivos tienden a reducir la desigualdad económica y favorecer a los sectores más vulnerables de la sociedad, mientras que los impuestos regresivos tienden a favorecer a los más ricos y estimular el consumo.

Honduras se caracteriza por mantener ingresos regresivos debido a que la mayor carga de los ingresos tributarios son los impuestos indirectos y en los impuestos específicos que gravan el consumo de las personas, independientemente de su nivel de ingreso. Mientras que los impuestos progresivos representan un porcentaje menor. Estos suelen ser impuestos a la renta ya sea a personas o empresas.

Finalmente, es importante notar que la alta desigualdad no se corregirá solo con mayor tributación. Para este propósito sería necesario abordar una diversidad de factores que contribuyen a la generación y reproducción de la desigualdad, como la concentración del mercado, la imposición de barreras a la competencia, la protección estatal de los grandes conglomerados financieros y el debilitamiento de los sindicatos y la sociedad civil, y desarrollar reformas que compensen el enorme poder político y económico del que gozan en la actualidad las élites económicas.