Por: Otto Martín Wolf
Es obvio que el gobierno esté utilizando el tema de la megacárcel en las Islas del Cisne como una táctica para distraer la atención de los verdaderos problemas del país o, lo que es aún más evidente, de aquellos planes macabros que se cocinan en la noche oscura del pensamiento secreto de algunas mentes.
Pero la trampa es tan evidente, tan exquisitamente burda, tan infantilmente pueril que es inevitable caer en ella, a pesar de lo que inicialmente el instinto y el olfato de la experiencia nos indican.
Lo que sucede es que, siendo tan clara y tentadora la estratagema, no puedo rechazarla.
Advertido entonces el lector sobre lo que pienso existe detrás de todo esto, visitemos nuestras prístinas islas y veamos las razones por las cuales no, nunca jamás, deben convertirlas en una prisión.
El agua potable escasea en las Islas del Cisne. La poca que hay sirve para sostener el ambiente natural. Por lo tanto, el agua que se necesita para el mantenimiento de una megacárcel como la que se sueña deberá ser llevada desde tierra firme, no hay alternativa.
Espero que quienes planean semejante prisión sepan que el agua de mar no se puede beber, a menos que se instale una planta desalinizadora, ¿tenemos el dinero para hacerlo?
Pero, además, todos los alimentos, provisiones, medicinas, repuestos y hasta la gente que se encargue de la vigilancia y el mantenimiento de todo deberá ser llevada también desde tierra firme.
Así que no solo se trata de las instalaciones para los presos, celdas, servicios sanitarios, cocina, enfermería y hospital, sino que también para el personal a cargo como cocineros, enfermeros, médicos, gente de aseo; también habrá que construir facilidades para ellos.
Este personal, irá con sus familias? ¿Dónde vivirán? En qué escuelas y colegios estudiarán sus hijos ¿las construirán también?
El clima en las Islas del Cisne es inclemente, las instalaciones para el personal de apoyo y los mismos presos -en sus celdas de seguridad- contarán con aire acondicionado?
Con las diferencias del caso es como construir un resort de lujo.
En el pasado -donde parece dirigirse Honduras con ideas como esas- se utilizaban islas como prisiones: la del Diablo en las Guayanas, San Lucas en Costa Rica, la Alcatraz en los USA y la Isla de Pinos en la admirada Cuba, todas fueron cerradas hace mucho tiempo.
La razón es obvia; su mantenimiento es demasiado costoso. ¿Podemos ahora, tenemos dinero de sobra para invertirlo en eso?
Ya hay suficientes hospitales, con medicinas en todos ellos? Las escuelas y colegios públicos de todo el país cuentan con instalaciones aceptables, servicios sanitarios, enfermerías, agua corriente, techos a prueba de lluvias, Internet, áreas para deporte?
Cuando tengamos todo eso podríamos pensar en alimentación para los pobres y techo para los desamparados y luego, muy finalmente en el Swan Island Beach Resort and Jail.
Es evidente que en Honduras se necesitan cárceles ante el crecimiento de la delincuencia pero, ¿por qué no copiamos al líder mundial?
Copiemos las prisiones de El Salvador, ahí hay una muestra práctica de lo que se necesita y que está funcionando, aprovechemos su experiencia, pidamos ayuda y orientación a Bukele -no hay pecado en eso- no hay nada malo en solicitar la colaboración de quien más sabe sobre el tema y que, sin duda, estará dispuesto a compartir con nosotros sus conocimientos, en lugar de poner a diseñar prisiones a quien no sabe nada de eso.
El Estado posee suficientes terrenos en lugares de más fácil acceso que las Islas del Cisne.
Lo importante no es ubicar un lugar exótico sino uno donde se puedan construir con el menor costo posible y que sea algo que no tengamos que abandonar en un futuro próximo, como ha sucedido con todas las prisiones-islas del mundo.
Finalmente, las Islas del Cisne deben ser utilizadas -como indica la lógica- para preservar la biodiversidad natural y -además y hasta dónde sea posible- convertirlas en un nuevo atractivo turístico, algo similar a las Islas Galápagos en Ecuador, que reciben miles de visitantes al año sin afectar el medio ambiente.
Bien, como advertí al principio, no he podido resistir la tentación de utilizar mi espacio para tocar el tema y distraer la atención del público.
¿Seguirán adelante?
Sin duda; mientras convenga a sus planes.
Luego, lo desecharán ante la falta de recursos, la presión de las organizaciones ambientalistas mundiales y la amenaza de que se recorten los fondos de limosna que recibimos como premio por no afectar nuestro propio medio ambiente.
Pero ya vienen los Juegos Olímpicos y luego comienzan las eliminatorias para el próximo mundial de fútbol, ahí encontrará el gobierno suficientes distractivos.
Pan y circo que ojalá que no sea circo sin pan.