Ivonne Tábora
El ser humano se encuentra en constante cambio y la actitud y pensamientos marcan sus vidas, por ello nos sentimos felices o desdichados, porque aunque algunas veces no podemos controlar lo que nos sucede, sí podemos tomar control de nuestras reacciones.
Por eso a veces vemos personas que viven toda su vida quejándose y recordando cosas del pasado, en vez de ser positivos y ver las adversidades de la vida como oportunidades para mejorar o lecciones.
Claro que también depende de los lentes que nos pongamos, porque para llevar a cabo cambios, no podemos seguir tropezando con la misma piedra y seguir cometiendo los mismos errores.
Creo que nuestra forma de pensar determina cómo nos sentimos y luego cómo actuamos, ahora entiendo porque conocedores de la palabra de Dios, señalan que el pecado comienza en la mente del ser humano.
Tendemos a criticar, quejarnos y usamos nuestra energía en lo negativo y poco a poco le vamos perdiendo el sabor a todo, Sócrates decía que el secreto del cambio es enfocar toda tu energía, no en luchar contra lo viejo, sino en construir lo nuevo.
En síntesis la vida está llena de eventos cambiantes, y los seres humanos estamos a la expectativa de los mismos, solo tenemos que echar un vistazo a todos lo que trajo la pandemia del covid-19, y creo que nunca imaginamos que pudiéramos llegar a un extremo así, tuvimos que adaptarnos a trabajar desde casa, a vivir con temor de salir y ser contagiados de ese virus mortal, muchos perdieron familiares, amigos, por ejemplo.
Seguro que muchas personas se sintieron cómodas trabajando desde casa y otras perdieron su empleo y se lanzaron al emprendedurismo, otros hasta el día de hoy, no se recuperan del impacto económico que sufrieron.
Pero como cada cabeza es un mundo, dice el dicho, cada uno piensa y actúa diferente, por ello en nuestro camino nos encontraremos personas dignas de admirar, hace un par de meses visitando a mi hija menor que vive en la gran manzana, para ser más especifica en Brooklyn, N.Y., caminando por una de sus avenidas, tuve el placer de conocer a una mujer hondureña que se dedica a vender bolsas de mango, con especias, sal y chilito, en la esquina de una calle, la joven madre vende cada bolsa de esta fruta a 10 dólares, con este dinero ella mantiene a sus menores hijos, paga renta y sus servicios públicos, etc.
Ella cuenta la odisea que tuvo que vivir para llegar a Estados Unidos de América y como en el trayecto, perdió a uno de sus hijos y a su esposo, su testimonio conmueve pero al mismo tiempo es inspirador, porque su actitud positiva ante una situación adversa y fatal, no le impidió salir adelante.
Y es que cuando pasamos situaciones difíciles, es cuando demostramos de qué estamos hechos, allí sucumbimos o nos levantamos, porque hay quienes se enfocan solamente en los problemas y no en las soluciones, otros reflexionan, y se llenan de fe.
Usualmente cuando termina un año e iniciamos otro, sentimos como un renacer, nos llenamos de optimismo y tenemos pensamientos de esperanza y superación, algunos nos ponemos metas, buscando mejorar, pero creo que cualquier sueño o deseo que tengamos para este 2024, debemos primeramente ponerlo en manos de Dios, y luego no olvidemos que muchos de los cambios positivos, no vendrán por sí solos, requieren de nuestro empeño y buen actuar.
Este nuevo año es bisiesto, o sea tendremos un día más para disfrutar, y aunque no es fácil hacer borrón y cuenta nueva, psicológicamente podemos visualizar este año como prometedor, aun en medio de cualquier situación de incertidumbre política y económica que estemos atravesando los hondureños, ya que aunque se habla de que la economía crece, no vemos mejoría en la calidad de vida de los hondureños.
Yo en particular me he propuesto limpiar mi mente del desorden y enfocarme, no mirar con desdén mis metas, ya que creo que es un buen momento para renovarnos y esperar esos cambios que vienen a sustituir lo viejo por algo nuevo.
“En cambio, dejen que el espíritu renueve los pensamientos y las actitudes”, Efesios 4:23.
Lic. en Periodismo
@IvonneTabora
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