Políticos: ¿Qué anhelan para Honduras?

Óscar Lanza Rosales

¿Qué quieren hacer de Honduras, nuestros políticos? Esa es la pregunta que la mayoría de los hondureños nos pasamos haciendo. Ni con los anteriores o con este vemos un norte. Eso del socialismo democrático, ya los hondureños estamos convencidos que no tienen pies ni cabeza, que a lo único que nos puede conducir es a los modelos fracasados de Cuba, Venezuela y Nicaragua. El sistema de salud y la infraestructura del país sigue en situación precaria. Las caravanas de hondureños a Estados Unidos han aumentado con este gobierno. Con la Presidenta Xiomara, creíamos que esa emigración iba disminuir, porque esa era una de las acusaciones que Libre le hacía al gobierno de JOH, que este no creaba las condiciones económicas, sociales y de seguridad adecuada para que la gente desistiera de emigrar, incluso el mismo Libre promovía esas caravanas con el ahora diputado Bartolo Fuentes al frente.

Este gobierno ha funcionado a medias. El Congreso Nacional y el Ministerio Público prácticamente han estado paralizados, sin una incidencia importante en la vida nacional, lo mismo que el Tribunal Superior de Cuentas, y todo por culpa de la junta del Congreso Nacional, que ha sido incapaz de dialogar y llegar a acuerdos con los diputados de la oposición, que son la mayoría. Y un Poder Judicial pasivo, sin presencia en la gobernabilidad del país.

Y las candidaturas para las próximas elecciones internas de los partidos ya comenzaron a anunciarse. La primera es la de Rixi Moncada, exministra de Finanzas del actual gobierno, que ha tomado como hombre fuerte de su movimiento al ingeniero Mauricio Ramos, exministro de Insep, que dejó igual de intransitables las carreteras del país que el gobierno de JOH. Rixi, de llegar a la presidencia, por ser más confrontativa y radical que doña Xiomara, aceleraría el paso de Honduras al modelo chavista.

Analizando el analfabetismo casi generalizado de nuestros políticos en lo que es la verdadera política, deberían aprender de sus colegas de otros países, que son ejemplo para impulsar el desarrollo de sus naciones. Deberían aprender de España, Dinamarca, Países Bajos, Noruega, Suecia, República Checa, Alemania y Austria, que, ante la gran fragmentación política, realizan coaliciones y pactos de gobierno, para lograr gobernabilidad y hacer que sus países avancen en sus procesos de cambio, contrario a nuestros políticos, que ante iguales circunstancias se quedan con los brazos cruzados.

Aprender de los finlandeses, que en sus primeros 100 años de independencia en 2017, se les reconoció como el mayor legado de sus dirigentes, llegar a consensos políticos. Además, se destaca que la honestidad está altamente valorada en la cultura finlandesa, lo mismo que la comunicación directa y franca, y decir siempre la verdad, de lo cual todos se sienten orgullosos ¡Ahí no tienen cabida los políticos mentirosos!

A nuestros políticos no les estamos pidiendo una meta estratosférica como la de igualar a Singapur, que los analistas internacionales ya lo sitúan como el país del futuro: “Una nación inteligente, hiperconectada, competitiva y sostenible, enfocada en mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos y hacerlos felices”. Utilizando la robótica y la inteligencia artificial, en los diferentes campos como la tecnología, educación, salud, movilidad sin conductores y agilidad burocrática en la administración pública.

Lo que queremos es que nuestros políticos ya no sigan empobreciendo y atrasando más a este país. Que si seguimos igual que hasta ahora, nos van a declarar al igual que Haití, un “Estado fallido”, prácticamente un “Estado inexistente”, debido a la falta de seguridad y la crisis social, económica y política, según el politólogo haitiano Joseph Harold Pierre. Un país que, por la falta de un gobierno funcional, es manejado por bandas criminales. No hay seguridad pública, ni servicios esenciales, incluyendo saneamiento y atención médica. La población se enfrenta a desplazamientos forzados en un clima general de miedo y desesperación, a tal grado que se han sumado en grandes cantidades a las caravanas de emigrantes a Estados Unidos.

Nosotros los hondureños ya estamos sufriendo algo de eso en varias regiones del país, y por eso se están marchando muchos compatriotas. Por eso me ha gustado el título de un artículo en El País de España, de Lluís Bassets, que retrata esta realidad: “Las naciones no mueren, se suicidan”.

Políticos hondureños, los invito a que renuncien a esa actitud e ignorancia perversa y corrupta del pasado, y hagamos de Honduras “un país prometedor en el futuro, para su gente, en especial para sus jóvenes”.

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