Abog. Octavio Pineda Espinoza (*)
Tránsfuga de acuerdo al Diccionario de la Real Academia de la Lengua y otros, “es una denominación atribuida en la política a aquellos representantes que, traicionando a sus compañeros de lista o de grupo, manteniendo estos últimos su lealtad con la formación política que los presentó en las correspondientes elecciones, o apartándose individualmente o en grupo del criterio fijado por los órganos competentes de las formaciones políticas que los han presentado, o habiendo sido expulsados de estas, pactan con otras fuerzas para cambiar o mantener la mayoría gobernante, o para dar la mayoría a un grupo que no la tiene, o bien dificultan o hacen imposible a dicha mayoría el gobierno de la entidad”.
Este fenómeno que se da en varios países, no ha dejado de tener su impacto en nuestro país, en donde, desafortunadamente diputados y alcaldes de los partidos políticos legalmente inscritos, una vez se ha instalado el gobierno y coludiéndose con el mismo por intereses particulares, los hemos visto de tanto en tanto una conducta política que traiciona los intereses colectivos, partidarios y estatutarios de dichas organizaciones. Colectivos porque el ciudadano vota a un candidato bajo una bandera que representa determinados principios y postulados, partidarios porque los partidos establecen en sus estatutos y demás reglamentaciones la línea que deben seguir aquellos que se postulan bajo su bandera y yo diría, que también representan un acto de traición a la propia conciencia porque generalmente esto se da, en el marco del ofrecimiento de canonjías, favores especiales y privilegios de parte de quienes gobiernan.
En varios países, reconociendo esta realidad, los partidos políticos establecen pactos de estabilidad institucional y acuerdos sobre un código de conducta política a seguir para evitar el transfuguismo en las instituciones democráticas. Tales pactos y acuerdos comienzan con dejar establecidos en los mismos una definición de tránsfuga como lo tienen los partidos políticos españoles, por ejemplo. De igual forma se establecen comités o tribunales disciplinarios que revisarán dichos casos y emitirán resoluciones al efecto.
En Brasil, por ejemplo, el 2007, el Tribunal Supremo falló en contra del transfuguismo, determinando que el mandato obtenido por un diputado en las urnas debe pertenecer al partido y no al individuo, estableciendo con esto el concepto de fidelidad partidista y posteriormente el Tribunal Supremo Electoral falló a favor de obligar a todos los políticos electos a cargos de representación popular a mantenerse fieles a los partidos que los postularon. En Colombia el 2005 se decretó la Ley de Bancadas estableciendo que el diputado que se retire voluntariamente de un partido implica incumplimiento del deber de constituir bancada y estableciendo sanciones. En República Dominicana en el año 2008 se elaboró una ley que le otorga los cargos de elección a los partidos y no a las personas, de tal forma que el compromiso entre el electorado y las entidades políticas se vería reforzado pues el tránsfuga perdería su escaño.
Esas y otras experiencias de otros países son interesantes e importante es revisarlas para quizás legislar en Honduras al respecto, ya que, viendo el fondo del asunto, se hace un grave daño a la confianza pública ciudadana que deposita sus votos en las elecciones bajo ciertas premisas y que, los tránsfugas al pasarse a otra bancada o partido, traicionan sin mayor repercusión personal pero si crean un daño institucional grave a los partidos políticos por los que han salido electos diputados y alcaldes, en particular en una situación como la del Congreso Nacional en Honduras, donde ninguna bancada obtiene por sí misma la mayoría simple, no digamos ya, la mayoría calificada.
Vale señalar también que, el descaro con el que han actuado y actúan algunos diputados, alcaldes, exprecandidatos presidenciales, ahora convertidos en embajadores en particular del Partido Liberal, ha dejado y deja un mal sabor de boca a la militancia partidaria ya que, muchos de esos personajes, ahora incrustados en el engranaje administrativo del Estado, se convierten en furibundos defensores de la causa de la administración de Libre, partido al que criticaban en el reciente pasado, quizás en un afán de justificar ante los nuevos mandamases o ante la militancia de esa institución, su inexplicable transformación política o ideológica. Quizás la sabiduría popular los entiende y define mejor con una palabra: chamberos!
No cabe duda que, en el cargado ambiente político hondureño, ante una administración fallida, al menos en estos dos primeros años, habiendo el partido gobernante perdido el control del CN, situación por la que no se ha legislado por más de 128 días, con altos índices de ineficiencia, de sectarismo político-ideológico, el hecho del transfuguismo propuesto por algunos diputados y alcaldes liberales que no comprenden o no quieren comprender que el ciudadano nos ubicó en la oposición constructiva y que nuestro propio futuro político depende de ello y no, de estar esperando las migajas que les tire “Mel” desde el poder que lo que busca es terminar de destruir al PL o utilizarlo como utilizó a Nasralla para continuar en el poder, como dije ese mero hecho nos perjudica grandemente y peor reeligiendo a la persona que negoció pactos poco nobles con los cachos y ahora con los libres.
No hay duda alguna que, esos diputados no tienen sus intereses alineados con el PL y menos con el pueblo hondureño, tampoco hay duda que debemos recordarles a sus electores eso para que tomen decisiones sabias en el próximo proceso electoral.
(*) Abogado y Notario. Catedrático Unah. Político Liberal.