Hoy van por ellos, mañana por nosotros

Mario E. Fumero

No podemos ignorar desde Honduras, lo que está ocurriendo con el hermano pueblo de Nicaragua respecto a su libertad religiosa, así como la persecución que por parte del gobierno de Ortega está sufriendo la Iglesia Católica Apostólica y Romana. Como pastor evangélico, considero que debemos defender los derechos de libertad de culto, sin discriminación y excepción de persona, aunque muchos no piensen como yo, y lo que le está ocurriendo a los líderes religiosos de la Iglesia Católica en Nicaragua merecen nuestra solidaridad y comprensión, porque de la misma forma que hoy van por ellos, mañana podrán venir contra nosotros, los evangélicos.

Recientemente el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos manifestó un pronunciamiento tras la detención de un segundo obispo en Nicaragua, en este caso de Mons. Ortega Mora, junto a varios sacerdotes, afirmando que: “Condenamos la desaparición forzada del obispo Isidoro Mora en Nicaragua y la nueva ola de detenciones de religiosos. Además de atentar contra su libertad personal, violarían el derecho a la libertad religiosa, pilar de cualquier Estado democrático”.  Pero no solo está la denuncia del Comisionado de las Naciones Unidas, sino incluso el eje del Foro de Sao Paulo condenó el aislamiento internacional del régimen de Ortega-Murillo contra los altos prelados de la Iglesia Católica.

Además de los señalamiento de muchos organismo internacionales contra la persecución religiosa del gobierno sandinista hacia la Iglesia Católica, la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia de Nicaragua se pronunció con la siguiente declaración: “Condenamos la persecución, hostigamiento, asedio y criminalización de la que está siendo objeto la Iglesia Católica nicaragüense por parte de la dictadura Ortega-Murillo (…) Observamos con profunda preocupación los acontecimientos recientes que no solo afectan la libertad religiosa, sino también ponen en riesgo la labor pastoral y evangelizadora (…) Es alarmante el contexto de detenciones arbitrarias e ilegales de líderes religiosos (…) Demandamos el respeto a su integridad física, psíquica y exigimos su libertad inmediata e incondicional, porque no han cometido ningún delito”.

La situación que están sufriendo los católicos nicaragüenses debe llevarnos a la reflexión, y es tiempo de que la iglesia evangélica se solidarice y se pronuncie con el sufrimiento de estos líderes, que solo por el hecho de pensar diferente a la política de Estado, están sufriendo todo tipo de vejación, pues nadie debe ser perseguido por su forma de pensar o creer, siempre y cuando lo haga desde la plataforma de la ley, y respetando el derecho de los demás. Para poder entender el sufrimiento de los líderes de la Iglesia Católica y del pueblo de los Nicaragua debemos ponernos en el pellejo de ellos, y solidarizarnos con su sufrimiento frente a un gobierno despótico que está anulando los derechos al culto, ya que la situación para la libertad religiosa en este país es asfixiante, Veamos los detalles:

“Monseñor Rolando Álvarez fue llevado a prisión en agosto de 2022 acusado por “traición a la patria” por el simple hecho de denunciar los abusos del régimen. Hay 83 sacerdotes que han sido exiliados o expulsados​​del país, además de que hay varios sacerdotes en prisión junto a seminaristas, entre ellos Alester Saez y Tony Palacios, que acompañan como Mons. Mora Ortega. Por otro lado, el régimen ha clausurado radios y periódicos católicos, además de cerrar la universidad de los jesuitas. Hay que añadir a todos los hechos anteriores, la prohibición de los católicos para hacer procesiones, además de haber expulsado del país varias órdenes religiosas que ayudaban a los pobres, entre ellas, las misioneras de la caridad de la orden de la Madre Teresa”.

Es un deber de la iglesia evangélica condenar todo lo que sean abusos, y si por esta causa son perseguidos, estigmatizados o encarcelados, es un deber de solidarizarnos, porque si hoy van por ellos, indudablemente que con el tiempo también vendrán por nosotros, y defender las libertades no es sino defender nuestros derechos a poder predicar como profetas y denunciar lo malo cuando este se quiera imponer como bueno, y como cristiano, me solidarizo con todos los que sufren, sin importar si su forma de pensar religiosa no coincide con la mía, porque el derecho a la libertad de conciencia nunca debe ser anulado.

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