Por: German Edgardo Leitzelar Hernández*
En Honduras, lugar sin Estado de Derecho, institucionalidad ni justicia, existe todo un sistema de justicia y de institucionalidad, incluyendo a los poderes del Estado, pero, orientado a eliminar todo lo que representa un obstáculo en su camino para mantener la impunidad. Cuando de parámetros negativos se trata nos ganamos los primeros lugares como ser el más impune de América y según entendemos el segundo en el mundo. Nuestros sistemas son incapaces de resarcir a las víctimas y aplicar un castigo conforme a lo establecido en la legislación. Prevalece la falta de controles institucionales, carencias en el acceso a la información pública y prácticamente un índice cero de rendición de cuentas de parte de los gobernantes. Mientras esto no cambie, no se aplicarán leyes sin distingos, y nunca iniciará un proceso de llenar las necesidades en educación, salud, empleo y seguridad.
El aparato estatal se conforma según los objetivos y necesidades de las élites y grupos de poder que lo instrumentalizan en detrimento de los derechos de los ciudadanos, que conceptualmente deberían ser garantizados por el Estado. Forjando redes de corrupción que han cooptado las instituciones públicas que son dirigidas por agentes internos y externos. Actualmente y mientras los voceros del gobierno actual lo niegan con falsas verdades o mentiras verdaderas, prácticamente un 56% de los hondureños en edad para poder trabajar se encuentran desempleados, lo cual representa más o menos a 3.3 millones de personas. El Estado a quien le corresponde ser garante del respeto a un empleo, oportunidades y condiciones propicias para que la inversión nacional y extranjera establezca sus negocios y genere oportunidades laborales se desvía a e incluso que abandonen el país, aumentando así la tasa de desempleo.
Mientras el país urge de soluciones reales, se nos hunde en discusiones vacías, demagogia, ataques, fomento a la división, la traída como sede de un foro de Sao Pablo que en realidad y muy probablemente un 90% de la población ni siquiera entiende lo que es, y el restante 10 se ve oprimido ante una imposición más, del muevo sequito de “gobernantes” que creyéndose propietarios del país, se conducen como sus dueños olvidando que en realidad son nuestros empleados, puestos ahí por nosotros y para servirnos a nosotros en lugar de servirse a ellos mismos.
Todo funcionario debe y debería ser honorable, además de jurar el respeto a la constitución y las leyes, deberían jurar que serán honorables y que jamás dejarán que una injusticia se instaure, servir a los demás debería ser la virtud de todo funcionario o empleado de gobierno. Resulta que el ser humano cuenta con la posibilidad de ostentar tres virtudes que comienzan con H, igual que nuestro país: Honestidad, Honorabilidad y Humildad, la Honradez viene derivada de estas como una obligación.
Las preguntas, entonces, son: ¿Son así nuestros servidores públicos?,¿Son así los políticos que tenemos?, ¿Son así los profesionales universitarios que tenemos?, ¿Son honorables, son honestos, inspiran confianza, son sinceros, son francos todos nuestros actores políticos y sociales? Fuera del fanatismo político que enarbolan, defendiendo a capa y espada sus ideas políticas se asombran cuando los del bando contrario, o los neutrales, los acusan de fanatismo y son sus impulsos emocionales los que los llevan a creer que los fanáticos son sus críticos, aunque no lo sean. Creo que estos personajes son inseguros que tratan de compensar sus sentimientos de inferioridad por la fuerza, el chantaje o la mentira, sin capacidad de razonamiento, se privan de pensar, generar ideas o respuestas, y contratan por doquier a incondicionales que desvíen la atención sobre sus fracasos.
Ya a 18 meses para las próximas elecciones, las voces del pueblo están medianamente presentes, silenciadas más por su gobierno y desilusión, las enormes fallas del actual régimen se ocultan en publicidad y gritos malcriados e impositivos, nos hundimos en una suerte de reclamos y señalamiento contra países, y sin meditar que hemos dejado de hacer, nos acercamos a unos o a otros para mendigar, para pedir cosas, o para reclamar cosas, que además en muchos caos pasaron a la historia hace mucho. La historia transcurre, se inventó el fuego, se inventó la rueda, se industrializó el mundo, se tecnificó, y mientras tanto que hacíamos o que dejábamos de hacer.
Probablemente no ajustaría la vida para mencionar todo lo que se ha hecho mal, pero podemos decir ya basta a todos los que nos siguen haciendo daño.
“POR UNA HONDURAS CONSCIENTE Y UNIDA PARA SU DESARROLLO”
*Abogado laboralista independiente
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