Por: Carlos Medrano – Periodista
Como nunca en nuestra reciente historia, los hondureños habíamos soportado un calor y una contaminación ambiental tan grave como lo ocurrido en los últimos meses, evidenciando que el cambio climático llegó para quedarse y para cambiar los patrones ambientales en todo el territorio nacional.
El Sistema Interconectado Nacional (SIN) producto las altas demandas de electricidad provocada por la exagerada ola de calor y la dilatada sequía que afecta a la región, declaró a través del Centro Nacional de Despacho (CND) un “estado de emergencia”
Estas condiciones atípicas que tienen a todo el sistema eléctrico sobrecalentado y con sobrecarga de circuitos y transformadores, se ha caído la generación solar, la energía eólica y térmica debido a las altas temperaturas en Honduras.
Este fenómeno no es exclusivamente solo de Honduras, la crisis climática ha afectado los sistemas eléctricos de Guatemala, México, Costa Rica, Puerto Rico, Ecuador, Colombia y República Dominicana.
La prolongada sequía demandaría hasta los 1.900 megavatios que la ENEE no los tiene completamente.
Como para sumarle a toda esta problemática energética, también hoy tenemos los altos índices de contaminación dañina para la salud principalmente en la capital de la República, Tegucigalpa.
Honduras ha respirado su peor crisis de calidad de aire, los monitores de Tegucigalpa y Comayagüela dieron la alerta de que el aire se desplomó en la categoría “muy dañino para la salud”, la sexta más riesgosa de las siete que tiene el Índice de Calidad del Aire.
Debido a este problema de contaminación ambiental y de calor, las autoridades de la Secretaría de Educación solicitaron la suspensión de clases mientras el gobierno determinó realizar teletrabajo para los empleados públicos del Distrito Central y con esto disminuir la emisión de gases que se desprenden de la gran cantidad de vehículos en la capital.
El humo estacionado en Tegucigalpa (por estar ubicado en un hueco), provienen de llamas hacia el norte, en el sur de México y Guatemala, y por el sur, en Nicaragua y El Salvador.
El cambio climático esta generando promedios de entre 20 a 30%, con sensaciones térmicas sorprendentes y arriba de los 44 grados, lo que nunca habíamos registrado en Honduras.
Honduras demuestra una vez más ser un país sumamente frágil, en verano el Índice de Riesgo Climático (IRC) de Germanwatch ha posicionado a Honduras como uno de los diez países del mundo más vulnerables ante este fenómeno, mientras que en invierno seguramente estaremos inundándonos por las constantes lluvias que caerán en todo el territorio nacional.
Hoy, más que nunca, debemos considerar al medio ambiente como prioridad nacional, ya que la destrucción que ha sufrido nuestros bosques y nuestras fuentes de agua han sido inmisericordes, salvaje e irracional y es por eso esta desgracia que estamos pagando.
Los hospitales públicos y privados han incrementado en un 25% las consultas y afecciones respiratorias, problemas que suelen afectar especialmente a niños, niñas y personas de la tercera edad, lo que ha generado una repercusión económica de las familias y el gobierno.
Sino rectificamos, sino nos alarmamos por esta crisis climática y de calidad del aire, Honduras estará destinada a ser un desierto sin vida, a morir de calor y sed, a ser más miserables de lo que ya somos, por lo que debemos cambiar de ruta, de actitud y tener mayor empatía con nuestro medio ambiente.