¿Quién atrapa al león?

Así como están las cosas, nadie es capaz de hacerlo. Es un equipo tan contundente que antes de iniciarse el próximo torneo liguero, deberían entregarle la copa 39. Pero claro, como esto no puede hacerse, pues se perdería la diversión y el negocio que ello conlleva: Entradas de taquilla, derechos de televisión, mercadeo, venta y compra de futbolistas, etc. Entonces hay que jugarse a como dé lugar las dos “apasionantes” vueltas reglamentarias, luego el “nerviosismo” y la “expectación” de las semifinales y, por último, las tan esperadas finales, como que no supiéramos quien es el que corta el bacalao en esta última instancia.

Ha sido tan eficaz este equipo, que gana de local y de visitante. No tiene rival. De hecho, son ellos contra 9, y a todos les da para los chicles. Sus triunfos se dan de día o de noche, no importa siquiera el clima o las condiciones de la cancha. Incluso, gana hasta con 10 jugadores. Remonta espectacularmente los marcadores cuando le son adversos y encima lo hace hasta cuando uno cree que el arroz está cocido. Se da el lujo de llegar de tercero y apartar de un par de golpes mortales al segundo y al primero, que solo le sirven de estorbo.

Sus campeonatos superan con más del 50% de éxito a su inmediato perseguidor que ha pasado de ser hijo, a mascota. Hoy por hoy, éste dejó de ser un ciclón para convertirse en una tibia brisa. Y de imponente águila, ha pasado a ser un pajarraco desplumado que no conoce la vergüenza. De paso siguen con la misma estrategia que no les ha dado frutos. Por un lado, hacen una gran barrida del plantel de jugadores, y por otro, se aseguran una recogida madre de futbolistas de lo más regularcito que existe. Contratan paquetes foráneos que no les han servido para alcanzar los objetivos por los cuales fueron contratados: ganar la liga.

Marcan uno que otro gol, ganan un par de encuentros deportivos y hasta allí. Necesitan invertir en unos 3 crack de esos que hacen historia y tienen merecido lo que ganan, copien a su vecino capitalino, en vez de gastarse la plata en 7 u 8 “novedades”, que al final de cuentas será dinero perdido. Ahora bien, si lo que les interesa es jugar y competir, cosa que no lo creo, y los números y retos pasan por otras metas y negocios empresariales, entonces esos ya son otros cien pesos.

Y no menos importante, necesitan un entrenador revolucionario que les cambie el chip a los jugadores, particularmente cuando ven el color blanco. De aquí, que estén jugando a lo mismo de siempre. No hay diferencia. Y por ello obtienen los mismos resultados. Por cierto, se sienten inspirados porque podrán participar en un próximo torneo centroamericano, en donde salvo una vez, -que yo recuerde-, todo lo demás ha sido pena y mediocridad. ¿Qué piensa hacer la directiva?

J.J. Pérez López.
Barrio El Manchén.
Tegucigalpa, M.D.C