José María Leiva Leiva.
Tantas cosas se han dicho y escrito sobre la vida. La vida como escuela universal del saber… del aprendizaje. Y se seguirá haciendo. Y cada quien le dará el sentido que prefiera según sus propias creencias, vivencias, o experiencias. En lenguaje llano, “cada quien cuenta según le fue en la fiesta”. Acaso por ello, escuchemos a propósito que “La vida es una melodía que cada uno interpreta a su manera”.
Por eso, dentro de este universo del pensamiento alguien dirá: “La vida es: Tejer sueños. Bordar historias. Aprender puntadas. Cambiar de aguja e hilo. Desatar nudos. Ajustar la tensión. Avanzar en la labor. Corregir errores. Y lo más importante: ¡Volver a empezar!… Siempre puedes empezar de nuevo”. No importa en qué momento de tu vida te encuentres, ni la edad que tengas, nunca es demasiado tarde para cambiarlo todo. Vale la pena intentarlo y ponerle agallas.
Los más optimistas dirán: “La vida es como las teclas de un piano, las blancas son los momentos felices, las negras son los momentos difíciles, pero juntas, tocan la mejor melodía… tu vida”. “Aléjate de todo lo que te aleje de ti. Agradece siempre por un día más de vida. Invertir en ti es la mejor decisión que puedes tomar. Y no menos importante, trabaja en tu cuerpo, mente y espíritu”. “La vida nos enseña que la felicidad es interior, no exterior, por lo tanto, no depende de lo que tenemos, sino de lo que somos… De aquí que se afirme que “el sentido de la vida es tener valores, no cosas de valor”.
Mientras tanto, otros exclamarán: “Después de tanto caminar, aprendí que hay una sola religión: El amor. Una sola raza, La humanidad, y un solo idioma… el lenguaje del corazón”. La vida es corta. “Y pasa tan deprisa que a veces el alma no tiene tiempo de envejecer. Por ello, elimina la negatividad, olvida los chismes, despídete de la gente a la que no le importas. Pasa tiempo con aquellos que siempre están allí”. Al fin y al cabo, “la vida es como la escuela… con algunos tienes física. Con otros tienes química. Y con otros tienes historia… No te compares con nadie, ten la cabeza bien alta y recuerda: no eres ni mejor ni peor, simplemente eres tú y eso nadie lo puede superar”.
Si bien es cierto, “estamos hechos de carne y hueso, pero a veces la vida nos obliga a actuar como si fuéramos de hierro”, lo estoy viviendo en carne propia aquejado por enfermedades crónicas, de esas que doblan fácilmente el espíritu a cualquiera. A veces –en broma y en serio-, me repito aquello de “que Dios da las batallas más difíciles a sus ¡mejores soldados! Pero, a mí me confundió con Rambo”. “Pero existe algo que el tiempo no puede, a pesar de su innegable capacidad destructora, anular: y son los buenos recuerdos, los rostros del pasado, las horas en que uno ha sido feliz” … Definitivamente, no nos podrán quitar lo bailado.
Así que, “Levántate cada mañana creyendo que vas a vivir el mejor día de tu vida… pues esta es un reto: Vívela, siente, ama, ríe, llora, juega, gana, pierde, tropieza, y sigue hasta que las fuerzas te abandonen y tengas que rendir cuentas al Hacedor de tus días… De eso se trata, de brillar hasta con el alma rota”. Otros lo dirán en otros términos, pero igualmente valederos: “La vida no se trata de ganar o de perder, se trata de ser feliz, de amar, de aprender y de disfrutar cada momento. Eso es vivir”. Sabes, “Empieza a hacer lo que quieres hacer ahora. No estamos viviendo en la eternidad. Solo tenemos este momento, brillante como una estrella en nuestras manos”.
Además, “La vida es como un rompecabezas, cada pieza tiene una razón, un lugar, un porqué. No insistas en colocar piezas donde no caben”. En Proverbios 4:27, leemos: “No te desvíes a la derecha ni a la izquierda; aparta tu pie del mal”. Por supuesto, “En ocasiones tenemos que abandonar la vida que habíamos planeado, porque ya no somos la misma persona que hizo aquellos planes”. Igual, también estamos claros que “La muerte es más universal que la vida; todo el mundo muere, pero ¿todo el mundo vive?”, pregunto. Concluyo: “Somos viajeros del tiempo. “Venimos a prender, compartir, tocar almas, dar amor, transformarnos y partir sin apegos”.