Desesperantes olas de calor en Honduras

Por: Fredis Mateo Aguilar Herrera

En esta estación primaveral, periodo canicular de abril y próximamente el 21 de junio inicio del verano en el hemisferio norte, se han experimentado intensas olas de calor en las distintas regiones de Honduras, registrándose récords históricos de temperaturas que han oscilado entre 40 y 42 grados centígrados. Según expertos en temas ambientales, las altas temperaturas son efectos del cambio climático y calentamiento global.

Los picos de temperaturas más altas se han dado en la regiones costeras y valles. Entre las ciudades con mayor índice de temperatura podemos citar Nacaome, Choluteca, San Lorenzo, La Ceiba, San Pedro Sula, Comayagua, Puerto Cortés, Juticalpa, Catacamas, Trujillo, Olanchito, Gracias, Puerto Lempira, Tocoa, entre otras. Sin embargo, ciudades con temperaturas muy frescas como Tegucigalpa, La Esperanza, Siguatepeque, Santa Rosa de Copán, San Marcos de Colón y otras han experimentado ascenso en las temperaturas más allá de lo normal.

Estas olas calor vivida, nada más son un aviso directo de la realidad incómoda del calentamiento global y cambio climático, fenómenos que no están por venir, sino que ya están impactando en la población y esta situación debe hacer pensar y reaccionar la manera de cómo prepararse, enfrentarse y adaptarse resiliente mente. Las desesperantes olas de calor registradas han alterado en los hondureños ciertas condiciones de salud, afectado algunas actividades de trabajo y educativas, a tal grado que se modificaron labores por medio de teletrabajo y transitoria virtualización de la educación en centros escolares y de la educación superior, también se paralizaron de manera temporal los aeropuertos del país.

Simultáneamente a intensas olas de calor, sufrimos de sequía meteorológica que vino afectar el desarrollo de cultivos y pastos, provocó problemas a la generación de energía eléctrica y escasez de agua de uso doméstico y de irrigación. Sumado a estos fenómenos anteriores, observamos alarmantemente una densa bruma, principalmente sobre Tegucigalpa- Comayagüela, capital de Honduras, Comayagua, San Pedro Sula y de otras ciudades grandes. De acuerdo a especialistas en materia ambiental, esa cortina de bruma es producto de la contaminación que puede ser a causa de distintas fuentes, como concentración de monóxido de carbono por emisiones vehiculares, quema de desechos sólidos, incendios forestales, otras quemas y exacerbada por las condiciones climáticas que obstaculiza la dispersión de los distintos componentes dañinos en el aire como el monóxido de carbono, dióxido de azufre, dióxido de nitrógeno e hidrocarburos.

Esa gran capa de smog que envuelve las ciudades del país, es tan densa que impide la visibilidad de aeronavegación, como lo experimentado en viaje de Palmerola a Puerto Rico, en la cual una gruesa bruma no permitía ver la ciudad de Comayagua y seguramente que en otros ciudades y lugares de otros departamentos se agravó la situación y por tal razón la Secretaría de Riesgos Contingencias (COPECO), declaró alerta roja en los departamentos de Francisco Morazán, Comayagua, Olancho, Yoro, Cortés, Atlántida y Colón, mientras que El Paraíso y Santa Bárbara fue declarado alerta amarilla y con menos peligro el resto de los departamentos en alerta verde.

Las lluvias del mes de mayo que se esperaban como “agua de mayo”, disiparon momentáneamente la bruma, pero la misma ligeramente se concentró. Ahora sólo se espera que, al arreciar las lluvias en el mes de junio, se dispersen paliativamente las olas de calor, disipe contaminación del aire y se levanten los cultivos. Sin embargo, esta problemática ambiental producida a causa de una mala influencia antrópica, nos debe hacer pensar en establecer estrategias de planificación a corto, mediano y largo plazo que permitan mitigar estos fenómenos adversos.

Entre las medidas de prevención se pueden hacer planes de reforestación en las cabeceras de cuencas hidrográficas, ciudades, parques, otras áreas públicas y solares de la casa, asimismo realizar campañas permanentes de sensibilización. Estos temas son importantes y de vida, debiendo ser tratados con seriedad en las agendas de país, porque ya no hay tiempo para más, al seguir siendo indiferentes, ya que basta de no solamente lamentarnos, alarmarnos y retrotrayendo el pasado, diciendo de niño, bien recuerdo a Tegucigalpa o tierra natal un poco más verde, fresca y limpia, sin mucho cemento, menos poblado, mucho más lluviosa y con menos desastres, ríos cristalinos, el rocío y brisa que me acariciaban y la niebla y neblina se aproximaban como manantiales de pureza y observaba el diáfano cielo que me hacían imaginar lo innoto, en fin añorando el ayer y otrora realidad, pero no basta decirlo, sino de ser corresponsable de heredar un ambiente sano a las generaciones presentes y sobre todo a las futuras, que les permita una vida sostenible y armónica con la naturaleza. Por el bien de todos rescatemos el ambiente, para disminuir desesperantes olas de calor y otros fenómenos adversos.