Rafael Delgado
Los partidos políticos se renuevan o mueren. Ese lento, pero finalmente efectivo mecanismo que rige en las sociedades, funciona también en Honduras amenazando a los partidos políticos nuevos y viejos a que si le dan la espalda a la gente y a los principios democráticos terminarán siendo instituciones huecas e insignificantes. El Partido Liberal, del que nos corresponde hablar, está en esa disyuntiva: seguir el camino tradicional de las cúpulas maniobrando a su favor por intereses mezquinos o revitalizarse buscando sus orígenes, así como sus valores democráticos.
Los acontecimientos de la última década son conocidos con detalle y han sido suficientemente analizados y discutidos. Corresponde ahora empezar esas acciones que nos alejen de lo que ha hecho mucho daño al mismo partido. Es la hora de reiniciar el camino para convertirse en una institución no solamente capaz de ganar elecciones, sino también de gobernar con los mejores líderes, para lograr siendo gobierno los más trascendentales logros para el país. Por ello, para encaminarse hacia allá hay al menos dos situaciones en que debería verse un cambio inmediato.
Es de todos sabido que las elecciones internas se han convertido en polémicos eventos. Los datos constatan que en muchos lugares del país finalmente el que ha ganado es el que controla la mesa electoral y quien controla las actas. Además, el dinero del crimen ha circulado impunemente; se ha tolerado e incluso se le ha invitado para garantizar triunfos evidentemente sin sustento, así como comprometedores. Con descaro se ha tergiversado la voluntad de millares de liberales una y otra vez. Lo anterior ha hecho muchísimo daño ya que además de violar los principios fundamentales de las elecciones, el partido ha quedado después de las elecciones internas terriblemente dividido frente a los horrendos fraudes que se les han hecho a los mismos correligionarios. De esa forma a los que se les cometen tales delitos, se niegan unirse a los que ganan manchados por enormes irregularidades. Eso no debe volver a ocurrir y si sucede el efectivo mecanismo mencionado al principio seguirá pasando la factura. Por ello es necesario que los liberales exijan mecanismos nuevos en el día electoral. La mesa electoral no puede seguir controlada por inescrupulosas personas. Se debe dar lugar a que miles de estudiantes universitarios debidamente capacitados por un organismo técnico independiente sean quienes ejecuten el proceso de votación, escrutinio y transmisión de resultados garantizando un resultado que tiene que ser aceptado por todos.
Es importante que además de un proceso electoral interno limpio, surjan buenas candidaturas de alcaldes, diputados y presidentes. La competencia debería ser quien presenta el mejor candidato y no como ha ocurrido en eventos anteriores que las postulaciones a cargos de elección popular pareciera ser dominado por una lógica inversa puesta a funcionar por los mecanismos del dinero sucio y la lealtad a cualquier precio a las intenciones perversas del candidato. Contrario a la lógica de los círculos de poder con sus cálculos interesados, el liberal de la base y el ciudadano exigen candidatos en primer lugar trayectorias limpias apegadas a principios y valores; evidencias de conocimientos y de competencias para gobernar. Esa debe ser la motivación principal de las corrientes internas a la hora de formar sus planillas. Lamentablemente los partidos y sus corrientes no han sabido premiar precisamente eso.
Durante las últimas semanas se ha observado ya los preparativos para el próximo evento interno. Maribel Espinoza y Darío Banegas son los primeros aspirantes a precandidatos que ya se han decidido, levantando las esperanzas de la membresía partidaria deseosa de buenos candidatos. Se espera que se postulen otros y ojalá la calidad y la decencia siga entrando, ganando espacio en el PL a todos los niveles. Es importante enfatizar que el proceso electoral al final debe sumar. Los precandidatos presidenciables que se postulen desde las diferentes esquinas deben de tener el perfil personal para que resultando ganador uno de ellos, atraiga el voto de las demás corrientes en las elecciones generales, sino se repetirá una vez más lo que ha ocurrido en el pasado con un resultado fatal para la democracia y para el Partido Liberal de Honduras.