Por: Guillermo Fiallos A.
A veces, por estar bombardeados con tantas intrigas, mentiras y distractores nacionales elaborados con diablura, solo pasamos con la cabeza para abajo como el temeroso avestruz; y dejamos de contemplar nuestro entorno; el cual, se cubre de buenas nuevas.
Pues hay noticias halagadoras en el vecindario. Empecemos por El Salvador, país en el que a través de argucias jurídicas –al igual que pasó aquí–, se permitió la reelección presidencial; solamente que allá, la población votó masivamente a favor de la misma y, asimismo, recibió la reverencia de la comunidad internacional (incluida –increíblemente– Honduras).
Luego de concretarse una controversial estrategia para encarcelar a los delincuentes, hay una gran calma en todo el territorio cuzcatleco y aunque hay inocentes encerrados en la cárcel, la ciudadanía se muestra feliz con las medidas pretorianas que tomó el presidente Bukele, para asegurar la tranquilidad y seguridad en toda la nación. Como nunca antes, la gente puede andar tranquila incluso a media noche por las calles y avenidas de ciudades, poblados y zonas rurales.
Luego de una proyección internacional al organizar un concurso de belleza planetario, el turismo comenzó a fluir en El Salvador; transformándolo a ojos de propios y extraños, en un destino vacacional con las garantías de un país avanzado. Después, por efecto cascada, han llegado negocios importantísimos como Google, se han realizado competencias deportivas continentales de surfing, waterpolo, etc. Sin duda alguna, la nación salvadoreña se aleja del reciente pasado violento y preocupante que vivió.
Pasamos a Costa Rica, la que además de sus ya afamadas medidas conservacionistas ambientales, está a punto de convertirse en una sucursal del Valle del Silicón, ubicado en California. Toda una infraestructura de ensamblaje de piezas tecnológicas y con grandes marcas, invadirán el país de Juan Santamaría; transformándolo en una extensión de la ciudad de Cupertino la que se vanagloria, de contar con varias de las más prestigiosas compañías tecnológicas e informáticas del mundo.
Un poco más allá, Panamá sigue creciendo aun con sus problemas hídricos en el canal. La inversión extranjera se mantiene y la calidad de vida y presencia de una sólida oferta de trabajo, lo sigue diagramando como uno de los países más atractivos en Latinoamérica, para establecerse y echar raíces.
La consolidación de la democracia y la convivencia respetada por mayorías y minorías se consolida –con sus ciertas variantes–, en Costa Rica y Panamá. En este último sentido, sí se puede afirmar, que El Salvador está bastante alejado; pero el hartazgo de sus habitantes hacia una clase política corrupta, les ha hecho voltear la mirada para no criticar los mecanismos –no siempre ortodoxos–, que ha seguido el gobernante de turno para continuar en el poder. Además, sutilmente, se ha coartado el derecho a protestar y a expresarse libremente. ¡Eso no es posible en una democracia!
Nos alegra por estos tres hermanos centroamericanos que han tomado la decisión de no solo contemplar, sino más importante, experimentar el futuro con visión positiva y ejecutando medidas pragmáticas y no populistas, atrayendo capitales extranjeros y brindando oportunidades a sus ciudadanos.
Y mientras esas naciones continúan desarrollándose, aquí en nuestro patio, aparte de que la primera hondureña alcanzó la cima del Everest, solo parecen existir novedades grises donde el día a día, es: el humo sobre nuestras humanidades; el dengue que diezma a miles; ríos llenos de piedras y sin agua; el incremento exponencial de una criminalidad atroz e indescriptible que nos tiene de rodillas; renuncias sorpresivas pero justificadas; el número creciente de miles de jóvenes y compatriotas en general, sin oportunidades de llevar el pan a sus casas; apagones descontrolados de energía eléctrica; creyentes pidiéndole a San Isidro Labrador que derrame el agua y quite el sol; huidas intempestivas y desconcertantes; libertad de prensa y expresión cada vez más acosadas; una clase y dinastía política enfermas tanto gobernante como opositora, sin valores, que sigue incumpliendo sus espurias promesas y carcomida por sus egos y ambiciones; vehículos carísimos y supuestamente indestructibles que se incendian de la nada; migración indetenible; la democracia y el Estado de Derecho en vertiginoso deterioro y agonía; la llegada vergonzosa, próximamente, de aves de negro plumaje que nada bueno nos traerán…; en resumen: desesperanza, impotencia, cinismo, ineptitud y caos.