Por: German Edgardo Leitzelar Hernández*
A lo largo de la historia, diversos grupos paramilitares han surgido con fines políticos, actuando como fuerzas armadas no oficiales que apoyan a determinados regímenes, movimientos o partidos. Hacer un repaso de ejemplos de estos grupos refleja claramente las profundas repercusiones en las sociedades en las que han operado, exacerbando conflictos, socavando la democracia y perpetuando ciclos de violencia.
Para mencionar algunos: Camisas Negras en Italia, grupo organizado por Benito Mussolini en la década de 1920, jugó un rol importante en la ascensión del fascismo, utilizó intimidación, violencia y asesinó opositores políticos, sindicalistas y otros, con desastrosas consecuencias a nivel e internacional. Las SS de la Alemania Nazi, iniciaron como una unidad de protección, pero evolucionaron a uno de los instrumentos más temidos y represivos del régimen. Esta unidad llevó a cabo innumerables atrocidades que desembocaron en el Holocausto, donde murieron millones de personas, mostrando cómo un grupo paramilitar puede ser utilizado incluso para este tipo de cosas, dejando una huella imborrable en la historia de la humanidad. Escuadrones de la Muerte en América Latina, diversos países han visto el surgir escuadrones de la muerte y otros grupos paramilitares con fines políticos, mismo que llevaron a cabo acciones que incluyeron asesinatos, desapariciones y torturas, dejando un legado de violaciones de derechos humanos y una profunda división en las distintas sociedades que los tuvieron. Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), en este caso surgieron como una coalición de grupos paramilitares para luchar en contra de guerrillas marxistas y aunque se presentaban como defensores de las comunidades frente a las guerrillas, rápidamente se involucraron en actividades ilícitas como el narcotráfico, masacres, desplazamientos forzados y violaciones de derechos humanos.
Esa es historia, pero actualmente, la seguridad en un país es fundamental para garantizar la estabilidad, el desarrollo y la protección de los derechos de los ciudadanos. Profesionalizar a los órganos de seguridad, implica dotar a estas fuerzas policiales y militares de una formación integral que abarque aspectos técnicos, legales, éticos y psicológicos que incluyen entrenamientos especializados, educación continua y evaluación constante de sus competencias y actuaciones, asegurando que sean capaces de responder adecuadamente a cualquier situación de riesgo, utilizando la fuerza de manera proporcional y respetando los derechos fundamentales de las personas. Cuerpos de seguridad profesionales se vuelven esenciales para prevenir abusos de poder y corrupción. La formación en derechos humanos y la ética profesional serán componentes fundamentales que permitirían a los agentes la posibilidad de actuar con justicia y transparencia. Además, la profesionalización fomenta la confianza de la ciudadanía en las fuerzas de seguridad, lo cual incide en que se dé una cooperación efectiva para mantener la paz y el orden en la sociedad.
Preocupa ver que, en lugar de lo antes expuesto, se esté llevando a cabo un proceso de creación, tolerancia y por ende imposición de grupos paramilitares integrándolos en la sociedad, lo cual seguramente traerá consecuencias negativas y en definitiva serán causa de perder aún más la cohesión social y el Estado de Derecho. La creación de grupos paramilitares y su incorporación en vida del país representa un peligro para el Estado de derecho y la cohesión social. Los grupos paramilitares, que a menudo operan al margen de la ley, llevan implícita en su naturaleza desde su nacimiento, una tendencia a emplear métodos violentos y extrajudiciales lo que incide directamente en generar violencia e inseguridad, pues estos grupos actúan sin el control y la regulación que rigen a las fuerzas de seguridad oficiales.
Las consecuencias más graves de permitir que existen grupos paramilitares es que erosionan la seguridad misma, la cual debería ser parte del monopolio legítimo de controles que deberían residir exclusivamente en órganos profesionales, y si esto se pierde, se debilitan autoridad y capacidad para mantener el orden y la justicia, fomenta aún más una cultura de impunidad y desconfianza hacia las instituciones estatales. Adicionalmente, los grupos paramilitares suelen tener agendas particulares que no siempre están alineadas con el bien común. Es casi una certeza que serán utilizados por intereses privados o políticos para ejercer control y coacción sobre ciertas áreas o pobladores, exacerbando conflictos sociales y políticos, violando derechos humanos, creando persecuciones y un clima de miedo e intimidación.
La historia demuestra que la creación de grupos paramilitares con fines políticos acarrea consecuencias profundamente negativas como la destrucción de las instituciones democráticas, violaciones de derechos humanos, prolongación de conflictos, crisis humanitaria, impunidad y corrupción.
“A NO REPETIR LA HISTORIA; NO A PARAMILITARES Y SÍ A PROFESIONALIZAR FUERZAS DE SEGURIDAD”
*Abogado laboralista independiente.
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