Condiciones antipedagógicas

Por: Carlos Medrano – Periodista

Recientemente apoyamos las ultimas determinaciones del rector Odir al poner un poco de orden en la máxima casa de estudios, con determinaciones que eviten el despilfarro en burocracia improductiva, paracaidismo y corrupción que tiene casi de rodillas a una institución de las más importantes del país.

Dentro de las recientes decisiones, la autoridad universitaria despidió a famosos profesionales, de esos que hablan mucho de honestidad, de esos que se pumpunean el pecho condenando la corrupción, pero que no cumplían con su deber laboral y moral en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.

Hipócritas, descarados y sinvergüenzas que eran paracaidistas en la UNAH, mediante permisos y otras figuras que les permitía beneficiarse de su posición política para ganar dinero sin trabajar.

Pero recibí el reclamo correcto de un abnegado y brillante catedrático universitario, -además de ser mi amigo-, quien me explicaba las circunstancias lamentables con las que se trabaja en la UNAH y las condiciones antipedagógicas con las que se enfrentan diariamente los docentes.

Por ejemplo y en estos tiempos de calor extremo, muy pocas aulas tienen la ventilación adecuada como para impartir clases en ambientes propicios para enseñar y aprender, son una pequeña caldera que calienta los cerebros irrumpiéndolos en su proceso educativo.

Muchas de las aulas de la UNAH no tienen conectores como para llevar un desfazado data show para que gráficamente o por video sea más comprensible la enseñanza de un tema o algún fenómeno. Mucho menos existen aulas con aire acondicionado que permita impartir “el pan del saber” en horas del mediodía y con una iluminación adecuada.

Los catedráticos, como toda la basta comunidad universitaria, sufren la inseguridad entronizada en los recintos universitarios, llegan ladrones, pandilleros, mareros a vender drogas a incautos jóvenes en busca de aventuras y a robar celulares y billeteras descuidadas.

Algunos alumnos universitarios están siendo formados por grupos delincuenciales, a los que muchos maestros deben de tratarlos con una especial consideración.

Las pizarras ya están gastadas por la tiza incesante que los años le produjeron, los pupitres son duros, la hora de clases se vuelve muchas veces eterna.

Muchos alumnos no se alimentan bien, llegan desconcentrados y desnutridos mentalmente, lo que representa una tarea titánica para un catedrático el enseñar, la paciencia del educador ya está al borde del límite, sus educandos no escuchan, no entienden, mucho menos comprenden o analizan.

Este mundo tortuoso que representa dar clases en la UNAH se compensa con buenos salarios, beneficios ganados por el sindicato y una jubilación bondadosa que garantiza tener una vejez más o menos decorosa.

En la universidad se necesita un plan nacional agresivo para especializar a un gran número de docentes que solo tienen educación universitaria y un programa de especialización en el extranjero para que los conocimientos que ocurren en el mundo puedan ser transmitidos a nuestros alumnos.

Los mejores salarios deben de premiar los doctorados y las maestrías, pero también la autoría de los libros, los estudios especializados, los reconocimientos de científicos en el exterior y los docentes que se destacan por sus estudios y trabajos de investigación.

Hoy ocupamos maestros universitarios comprometidos con la organización (UNAH), pero también necesitamos de una universidad que apoye al catedrático, que le de las mejores herramientas para que el proceso de enseñanza sea el mejor, de lo contrario los docentes no enseñarán adecuadamente, los alumnos no aprenderán y la sociedad ira degradándose cada día más, conspirando en contra de Honduras.

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