Por: Carolina Alduvín
La voz de pitoreta y sus secuaces irrumpieron en nuestros hogares por medio de una cadena nacional, para pretender engañarnos una vez más, fingiendo que les interesa la seguridad ciudadana de la población. Ahora es que va una cárcel supuestamente entre Olancho y La Mosquitia, con capacidad para 20 mil reclusos, entre otras aseveraciones que nadie les cree. La principal razón es que sus palabras, al oído de la población suenan huecas y orientadas a un objetivo distinto al que claman; ya vimos que la canasta básica no baja, que los corruptos no serán castigados, que la CICIH no viene, no porque la comunidad internacional no quiera, sino porque quienes dirigen la actual farsa gubernamental, serían los primeros en ser procesados.
También se han dado cuenta de algo que afecta al ciudadano de a pie más directamente, tampoco era cierto, no han generado empleo y los pocos que subsisten pagan tan poco, que casi nadie ajusta ni para lo básico; sin mencionar los cientos de miles que han logrado desaparecer. Las autoridades siguen con la necedad de destruir los ecosistemas únicos de las Islas del Cisne, ufanándose de haber obtenido las respectivas licencias ambientales. Como si fuera el logro del siglo, como si el titular a cargo no fuera juez y parte, como si no supiésemos que el amañado resultado del falso estudio de impacto ambiental, es tan sólo una imposición del titular del ambiente, como si no fuera obvio que cualquier empleado está amenazado de ser cesado en su puesto si no se doblega a los caprichos de la marioneta en palacio. La dirigencia del gremio de biólogos perdió toda credibilidad entre los colegas, a quienes avergüenzan por asentir en forma pusilánime a las estupideces de sus amos.
La tendencia es evidente, cada vez que los liebres planean cometer alguna fechoría legislativa, un acto de autoritarismo o necesitan que la opinión pública mire hacia otra parte, sale la cócora de la inviable prisión en medio de la nada. Alegan que tiene prioridad por ser el capricho de la mandamás; más bien, el del que le mueve los hilos, quien en deuda con su patrón venezolano. Fracasó en su intento de hacer de esta nación, una dictadura socialista. Hoy, el propósito es asustarnos con la destrucción de Cisne mayor, mientras sigilosamente entran uno a uno los integrantes de la liga de bandidos conocida como Foro de Sao Paulo a acuerpar su desorden.
Esta agrupación delictiva no es un organismo internacional como pretenden hacernos creer, es una liga ajena a los intereses de Honduras que agrupa a los cabecillas del deporte destinado a fomentar el odio, destruir la economía, comprar la voluntad de quienes manejan las armas y esclavizar al pueblo. El Estado de Honduras no tiene representación ahí, el anfitrión no es quien preside nuestro gobierno, sino quien coordina el partido de refundidores que ni idea tienen de cómo se gobierna, dado que su principal móvil es saquear las arcas nacionales y permanecer en el poder a toda costa. Hay una deuda personal del usurpador cabecilla liebre, contraída con el alto mando del cártel socialista, cuyos objetivos no están asentados en el texto de nuestra Constitución; por lo mismo pretenden cambiarla. No a la constituyente.
Para imponerla es que quienes desgobiernan nuestro país en interés, no de su población, sino de una mafia internacional a la que se afiliaron como partido político, atienden a cuerpo de rey a sus compinches, invitados a que los acompañen a corear las patrañas de su discurso de odio, de su eterna cantaleta de víctimas de algo que nunca pasó. Estos reyezuelos tropicales han fracasado en todos los países en que se han impuesto, ya sea mediante las armas, o utilizando fuerza autoritaria, encarcelamiento y asesinato de sus opositores, leyes mordaza, compra de voluntades y mendrugos arrojados a quienes mueren de hambre día a día para obtener sus votos y mantenerlos en severa opresión. Vienen según ellos a legitimar la farsa cuya moneda de cambio es garantizar la impunidad para sus actos de rapiña y los de quienes les antecedieron, para someterlos a los caprichos impuestos desde el extranjero, lo que en buen romance se traduce como traición a la Patria, delito que no prescribe. Todos los fondos despilfarrados en atender a los amos extranjeros, son reparables para los refundidores. Liebres, nunca más.