La corrupción en nuestro país

Es un flagelo que daña más a la pobrería.

Ser corrupto es quitarles sus derechos a los más necesitados (pobres).

Los corruptos tienen genes en la sangre. No les importa llevarse de encuentro a los que sufren. Esa gente puede desaparecer con nuestros ancestros como ser: padres y abuelos (consejos).

Estas personas corruptas disfrutan sus alimentos con dinero que no les corresponde (ladrones de cuello blanco). A la hora de sus alimentos se sientan en sillas de caoba y en un comedor estilo Luis XV, con diseños decorativos, con manteles bordados con hilos color de oro, con platos, tazas y vasos de porcelana y cubiertos de plata.

Estos malos hondureños no tienen conciencia que en nuestro país hay personas que no saben lo que es un desayuno, peor un almuerzo y una cena.

Ser corrupto es no tener conciencia de lo que le corresponde al pueblo y que no debe de tocarse. Pero ellos saben que la justicia está a su favor, se necesita no tener dignidad para disfrutar estos alimentos.

Viajan a diferentes partes fuera del país para disfrutar en cruceros de la alta sociedad, en las playas que se encuentran fuera de nuestro territorio nacional, para darse la gran vida.

Si te sientes aludido piensa en esto: cuando los discípulos le preguntaron a Jesús: “Seré yo Maestro”.

Corrupto arrepiéntete no le quites sus alimentos a los que más sufren.

La justicia terrenal no te juzga porque eres inmune, pero la justicia de Dios sí te va a juzgar.
Soy solidario con el que sufre.

Héctor Armando Gómez Jiménez
Barrio El Bosque
Tegucigalpa, M.D.C.