Honduras avanza, pero sin rumbo

Dalmira Martínez
(Abogada)

Cuando escuchamos Honduras avanza, los ciudadanos nos preguntamos ¿pero hacia dónde?, mientras tanto escuchamos al gobierno y sus portavoces asegurando de los avances en temas de seguridad, salud, educación, vivienda, trabajo. Por cierto este último arroja índices de desempleo hacia las alzas de forma descabellada, repudiando las cifras vulgares que arroja el gobierno y que están muy distantes de una realidad que se percibe a diario. Organizaciones internacionales reafirman y muestran cifras alarmantes de esta desgracia, apoyados en datos fidedignos.

Por otra parte, gozamos de frecuentes programas radiales y televisivos donde se abordan estos temas como parte de una campaña del gobierno para justificar el despilfarro presupuestario, pero que al final es difícil creerles, aunque se esfuercen en montajes y show mediáticos los índices no variarán, hasta que realmente se apliquen medidas que conlleven a realizar verdaderos cambios que mejoren la calidad de vida de los ciudadanos.

El actual gobernante que asumió el cargo hace ya más de cinco años de poder, por no contar desde cuándo ejerce realmente ese poder, dijo que iba a garantizar el avance y solución de los problemas torales que agobian a este país, y que han venido aumentando con el flagelo de la corrupción, y repercuten de gran manera en el desempleo, el fenómeno social que se podría decir que más nos está afectando a los hondureños que ha tenido un repunte en los últimos años, y que el gobierno se jacta de haber bajado las cifras.

La falencia de no contar con un empleo digno, provoca reacciones en cadena, repercusiones nocivas como la afluencia masiva de inmigrantes que huyen al no tener oportunidades en su tierra, y en lo que va de este semestre se ha elevado de forma perturbadora, y que no es más que el testimonio de la elevada tasa de desempleo y precariedad de vida que se afronta en Honduras.

Según el Foro Social de la Deuda Externa y Desarrollo de Honduras (FOSDEH) seis de cada diez hondureños no tienen un empleo o no ganan lo suficiente para cubrir necesidades básicas. Lo más alarmante del aumento inclemente de estas cifras, es que afecta una población altamente joven (en Honduras el promedio de edad está alrededor de 22 años de edad); que ni siquiera logran dar comienzo a una vida laboral y terminan desistiendo de buscar un empleo porque creen que no hay oportunidad para ello y su única alternativa se convierte en infringir la ley o peor aún, adherirse al crimen organizado. De no buscar mecanismos eficaces que realmente vengan a brindar oportunidades a esta población que en un par de años demanden más y más, el colapso será de envergaduras inimaginables.

En la actualidad esa ola de desempleo crea un mal comportamiento ciudadano, que se agobia al no tener alimento, ni salud para su familia, lo que conlleva a delinquir, y es por ello que cada vez vemos más jóvenes metidos en una albur delincuencial. Probablemente en lo que Honduras si avanza es en la corrupción, ese indetenible flagelo que nos azota esta destruyendo este país de forma avasalladora.

Al escuchar el Honduras avanza, pareciera que el gobierno se estuviera refiriendo a los intereses de su familia y de sus amigos, porque cuando un país avanza es fácil de percibir, sin necesidad de anunciarlo en discursos. En el aire no se observa ninguna mejora, por lo menos para el pueblo. La situación sobre el terreno no deja dudas de que mientras continúe el mismo régimen o modelo de gobierno que solo muestra cifras y no sustantividad, y siga siendo el actual representante del Ejecutivo o sus pupilos quienes nos den los discursos anunciándonos que avanzamos, la posibilidad de que avancemos será siempre de cero a nula y podremos seguir diciendo, Honduras avanza, pero sin rumbo.